POR MARIO ROSALDO
En 2016, por la vía del email y el whatsapp, volvimos a estar en contacto con nuestro grupo generacional, le propusimos aprovechar el recurso del blog para expresar cualquier inquietud crítica o no crítica respecto a la arquitectura, la idea fue bien recibida por algunos que inmediatamente quisieron participar, otros prefirieron mantenerse al margen por diversas razones. Escribir sin embargo es el talón de Aquiles de todo arquitecto que se considere respetable, colisiona con su enseñanza artística y técnica, según la cual: la obra habla por sí misma. Nuestra generación por lo menos, además de formarse culturalmente por décadas en un medio hostil a la libertad de expresión, tuvo que afiliarse al pensamiento dominante de que el arquitecto, aunque en teoría conjuga las habilidades de muchos campos de la práctica y el conocimiento, ni opina, ni critica: eso es asunto de filósofos.