martes, 26 de julio de 2022

Irrupción de lecturas I/II

POR MARIO ROSALDO



Robert Owen ya había publicado Nueva visión de la Sociedad en 1813 y Reporte del Condado de Lanark en 1821, cuando marchó a los Estados Unidos en 1824 para fundar la Comunidad Cooperativa de la Nueva Armonía, que resultaría ser un fracaso como experimento social. Owen se proponía desplazar la democracia capitalista con otra que respetara las leyes de la naturaleza humana, que fuera capaz de reconocer las enormes diferencias entre los hombres, no como defectos, sino como virtudes y cualidades personales, individuales, para gobernar con racionalidad, moralidad y perfecta igualdad. Para él, las diferencias entre los individuos era algo natural, que no podía ser tomado como pretexto para ejercer el poder de una clase social sobre otra. Estimaba que las religiones se habían fundado sobre falsedades y con la ignorancia de la humanidad, que ellas intentaban frenar los continuos cambios de la naturaleza humana, dando origen a los vicios, la desunión y la miseria en todas partes. Owen regresó a Inglaterra en 1829. Un año antes, sin embargo se había entrevistado con el Presidente Guadalupe Victoria, gracias a las gestiones del embajador británico en México, el Sr. Richard Pakenham. Los tres se reunieron en la Fortaleza de San Carlos de Perote en 1828. El asunto ya había sido explicado al Presidente Victoria por el Memorial que Owen había escrito a petición del Sr. Rocafuerte, representante de México en Gran Bretaña. Se trataba de contar con un territorio reconocido por México, los Estados Unidos y Gran Bretaña, donde los colonos inmigrantes tuvieran la oportunidad de corregir los errores que se habían cometido hasta entonces en la fundación irracional de las sociedades humanas[1]. Teniendo en cuenta que Owen veía el origen de estos errores en las religiones, resulta extraño que su condición expresa haya sido que el Presidente Victoria decretara la libertad religiosa en el territorio nacional. Hay que suponer que tal condición sería apenas el primer paso para una convivencia como la que deseaba Owen. Las sectas religiosas y cualquier conflicto religioso real o latente tal vez desaparecerían con la transformación racional. Cabe recordar que el artículo inicial de la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1824 establecía que en nuestro país sólo podía practicarse la religión católica. Y no porque no hubiera en México una tendencia política liberal pura a favor de la libertad de cultos, sino porque en el congreso constituyente de noviembre de 1823 a enero de 1824 se había impuesto el ala liberal moderada.