domingo, 23 de julio de 2023

Lirismo contextual

POR ANTONIO CHACÓN Y PEÑA

TEOREMA DE PITÁGORAS

Coloso matemático de Atenas
Orgullo de cultura prodigiosa,
Los números tu juego favorito,
Problemas convertías en cualquier cosa.

Cultura ejemplar de gran sapiencia,
Fue Pitágoras un griego prodigioso,
Que convirtió los números en ciencia,
Hizo de su Teorema algo grandioso.

Observó las estrellas por la noche.
Descubrió infinita Geometría,
Las formas muy variadas en derroche,
Aumentaban su gran sabiduría.

Veneraste al triángulo equilátero,
Por contener 3 lados singuales,
Sus ángulos también miden lo mismo,
Conocimientos contienen a raudales.

En reunión de Academus en la Grecia,
Compartiste a matemáticos expertos,
Explicaste tu Teorema como ciencia,
Aclarando en que consiste los catetos.

Mostraste gran teorema a tu academia,
Trazando con sapiencia los catetos,
Unidos por la gran hipotenusa,
Llegando a resultados muy perfectos.

Graficaste sobre el suelo una figura,
Con sapiencia y gran sabiduría,
El triángulo rectángulo se muestra,
Con Arte, Misticismo y Alegría.

Decidiste partirlo por su altura,
El triángulo rectángulo encontraste,
Nombraste a cada lado con mesura,
Hipotenusa y catetos designaste.

Hoy la ciencia se muestra agradecida,
Por tu aporte, del teorema que nos diste,
Pues con el calculamos cualquier lado,
Del triángulo rectángulo que existe.

El cuadrado construido sobre la hipotenusa,
En triángulos rectángulos perfectos,
Siempre va a ser igual la gran suma,
De los dos cuadrados de sus dos catetos.

Oh Pitágoras, tú griego distinguido,
Cumpliste tu misión con tu talento,
Seguramente buscas más en otras vidas,
Para que inspires más mi entendimiento.

La geometría te brinda un gran espacio,
Para que nos enseñes tu sapiencia,
Con raíces cuadradas y exponentes,
La juventud tendrá que cultivar la ciencia.

Así, los griegos se sienten orgullosos,
Por tu aporte perfecto en las medidas,
Te fuiste de este mundo para siempre,
Influyendo saber en nuestras vidas.

Estudiantes de todos los niveles,
Te nombran y te admiran con respeto
Cumpliste tu misión en esta tierra,
Aportando soluciones en concreto.

Injusta sociedad, que yo soy parte,
Solo venera héroes nacionales
Se olvida de colosos como tú,
Que aportaste verdades a raudales.

No creo que tú descanses en el cielo,
Seguramente sigues investigando,
Que Dios ilumine tu cerebro,
Y que a la ciencia se siga superando.

4 julio 2023





LA VISITANTE NOCTURNA

Bendita  naturaleza,
hoy  decoras mi fachada
con una flor adornada,                    incrementas la belleza ,       
de mi balcón,  ¿ qué sorpresa?,    
Belleza de blanca flor,                      bugambilia te acompaña,      

todo el año se te extraña,     
una noche de rigor,
tu vida gran esplendor.   
Provienes de raro arbusto,     
dicen que eres crucetillo,  
que das sabor  a un platillo,   
ya que incrementas los gustos,    
Tallo firme y muy robusto, 
flor de belleza grandiosa, 
solo una noche es tu vida,    
pienso te vas afligida,   
nocturnas si ignoro que eres hermosa,
Tus perfumes son de rosa.

Invito a mi sociedad,
Pasar callejón Enríquez,
Observa y nunca claudiques,
Naturaleza en bondad,
No te acabes tu ansiedad,
En este momento extraño,
Pues solo una vez al año,
Tú lo podrás disfrutar,
Y nunca más olvidar


14 jul 23

lunes, 10 de julio de 2023

Irrupción de lecturas II/II

POR MARIO ROSALDO



Ramón Vargas Salguero asegura en 1962 que José Villagrán García arranca su búsqueda de una explicación filosófica para el dilema que planteaba el ejemplo de La Magdalena de París, que si bien era considerada «bella» no era «verdadera» porque su «apariencia resultante» no correspondía con la técnica, ni «la obra en conjunto con su época»[1]. Según Vargas Salguero, el arquitecto Villagrán García se preguntaba cómo era posible eso, ya que la teoría de Guadet establecía que «para ser bella» una obra de arquitectura debía «ser al mismo tiempo verdadera»[2]. Vargas Salguero hace ver que en el cambio del siglo XIX al siglo XX, «la belleza, la verdad, la bondad» no eran todavía un problema específico en el campo de la filosofía; que en vez de hablar de «valores», los filósofos hablaban de «modos de ser»[3]. En vez de «claridad» respecto a los «valores», en el medio filosófico había una «plena nebulosidad»[4]. Y —aclara Vargas Salguero— aunque el panorama cambia drásticamente después de que Max Scheler publica completa su Ética (1913-1916), por la barrera del idioma, pasará «mucho tiempo» antes de que en México «tengamos noticias de ella»[5]. Por lo demás, comenta, de poco habría servido que Villagrán García leyera en alemán a los «primeros axiólogos», como Meinong y Ehrenfels, porque hacían «depender el valor de un producto de él», o como los que decían seguir a Platón en la creencia de que lo bello, lo agradable y lo bueno debían estar siempre en armonía[6]. De acuerdo a Vargas Salguero, Villagrán García se plantea por primera vez el problema de lo bello y lo verdadero en 1930, siendo ya profesor de la clase de teoría de la arquitectura en la Universidad Nacional. Unos siete años después continua sin resolverlo, pero a partir de 1937 «aparecen los primeros esbozos por superarlo, paralelamente a los que surgen en los libros de filosofía de la fecha»[7]. Creemos que Vargas Salguero está pensando aquí en libros de filosofía en español. Pero no sabemos a ciencia cierta si se refiere sólo a los profesores españoles José Ortega y Gasset y Manuel García Morente, quienes publican sus «esbozos» en libros y revistas, o los aluden en conferencias, o si también está pensando en los profesores mexicanos Antonio Caso, Adalberto García de Mendoza y Francisco Larroyo, cuyos «esbozos» acerca de los valores aparecen en libros y revistas, o de igual manera se comentan en sus conferencias. Aunque Ortega y Gasset y Morente comienzan a mencionar la teoría de los valores de Scheler desde 1924, García de Mendoza desde 1931/32, Caso desde 1933 y Larroyo por lo menos desde 1936, hemos de suponer —conforme a lo dicho por el mismo Vargas Salguero— que el interés sistemático por los valores en estos y otros grupos de filósofos estimula a Villagrán García en su búsqueda de respuestas, pero sin proporcionarle nunca ninguna solución satisfactoria, pues ninguno de ellos llega tan lejos como Scheler al hablar de valores absolutos, de valores independientes unos de otros. Así, con Scheler, una obra de arquitectura podría ser bella, sin ser verdadera y viceversa. De acuerdo a lo que Vargas Salguero explica más tarde, en 1964, la independencia scheleriana de los valores no sólo diluyó esa vieja inquietud de Villagrán García, sino que al mismo tiempo, le permitió justificar la prioridad del valor humano o social, con lo que —en opinión de Vargas Salguero, por supuesto— la teoría villagraniana superó definitivamente el rígido esquema de Scheler, esa «tabla jerárquica e inmutable»[8] que fijaba los valores en el tiempo y en el espacio, imposibilitando cualquier cambio histórico en ellos y en sus relaciones independientes.